Martín: la cuarta no fue la vencida

Martín: la cuarta no fue la vencida

Lun, 31/08/2020 - 19:10
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¡Pega, Martín, pega! Todo Chile estaba expectante de lo que sucedería en Kochi, Japón. "Ahora sí que Martín Vargas sería campeón mundial de boxeo", confiábamos.

Hacía frío ese domingo 1 de junio de 1980, a las 5 de la mañana. El despertador había sonado hace un rato y el chileno aficionado al deporte, con un té o un café hirviendo sobre la mesa, estaba sentado frente al televisor a colores. La escena se repetía en las casas vecinas, donde otros de su condición encendían una tele.

La cuarta era la vencida. ¡Pega, Martín, pega! Ahora sí que Martín Vargas sería campeón mundial de boxeo. El canal 7 de Televisión Nacional de Chile, con Pedro Carcuro de enviado especial a Kochi (Japón), transmitiría en directo el combate entre Martín y Yoko Gushiken, por el título minimosca de la AMB.

El pequeño noqueador osornino ya lo había intentado infructuosamente en tres oportunidades. Dos, contra el mexicano Miguel Canto (1977), quien lo venció claramente por puntos allá y acá, y una en 1978 contra el venezolano Betulio González, quien se impuso por nocaut técnico en Maracay.

¡Pega, Martín, pega! ¡Entra y sale, Martín! Ahora sí que sí, había que ganar a este “chino” que en pantalla se veía flaco y alto, con un bigote de mosquetero y, vaya qué curioso, un japonés con pelo ensortijado. Ya conocería ese payaso la fulminante pegada de Martín.

Todos los televisores del país estaban encendidos cuando empezó la reyerta. Aún hacía frío y, transcurridas las primeras vueltas, la confianza del chileno aficionado al deporte se fue congelando. El zurdo Gushiken, a punta de jabs, volados y upercuts, fue ganando todos y cada uno de los rounds, hasta que en el octavo puso fin a su tarea, con una combinación que dejó a Vargas sentado en el tapiz junto a una esquina.

La cuarta no iba a ser la vencida. Tras otra caída de Martín y una subsiguiente paliza contra las cuerdas, el árbitro Hazard de Estados Unidos, paró el combate. Yoko había ganado.

El chileno aficionado al deporte se fue a acostar a eso de las 6. Las sábanas estaban heladas. Un poco de frustración por lo sucedido en Kochi le hizo pegar un par de puñetazos a la almohada antes de quedarse dormido.

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