Viva Somoza, me pongo de pie

Viva Somoza, me pongo de pie

Mar, 11/08/2020 - 23:58
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La vida a principios de los 80 no era color de rosas. La asfixiante dictadura dejaba la marca de sus botas en todos los ámbitos de la vida, pero había una ventana por la que entraba cierta brisa: el teatro.

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Viva Somoza, de Gustavo Meza, nos dejaba ver a los ya famosos Tennyson Ferrada y Jael Unger, además de los novatos Gonzalo Robles y Mónica Carrasco, en un espectáculo hilarante e hiperrealista, como se definió en su momento.

Fue una de mis primeras visitas al teatro. Me marcó mucho bajar las escaleras para llegar a la pequeña sala Bulnes, con el soterrado silencio cómplice de estar compartiendo la escena de la contracultura, junto a otros espectadores que llenaban el aforo. Los protagonistas, conocidos por la TV, nos recibían en el foyer y se ofrecían a ubicarnos en nuestros asientos. Era el momento de intercambiar unas palabras o esbozar una sonrisa de admiración.

La obra estaba compuesta por varios cuadros, uno de ellos en donde Gonzalo Robles, miembro de una familia de pobreza extrema, se quejaba amargamente porque su nuevo televisor a color no tenía la conexión para el Betamax. Y en otro, donde Tennyson Ferrada hacía cinco distintos, rápidos y jocosos papeles.

El "mensaje" se abordaba metafóricamente en otro momento, trayendo a colación al dictador Anastasio Somoza, que hacía un año había sido desplazado por la revolución sandinista. Entre analogías, juegos de palabras y situaciones divertidas el espectáculo eclosionó hacia el final. Aplaudí de pie, como muchos de los asistentes. Se me habían abierto las puertas de la percepción.

Con los meses, Somoza muere, Jael Unger protagonizará La Madrastra y Tennyson Ferrada hará del Padre Belisario. Con los años, Gonzalo Robles será nuestro Caroca y Mónica Carrasco la madre de Los Venegas. Para mí, la vida comenzaba.